Sin Agua no hay Paraíso

26/8/14


“Gustavo Bolívar dijo que sin tetas no hay paraíso,  pero creo que sin agua menos”.

Fabrina Acosta Contreras. Mucho se ha dicho, escrito y reflexionado respecto a la sequía en la Guajira, no pretendo redundar y cansar con el mismo tema, pero no puedo dejar pasar mi columna semanal, para expresar una reflexión que hice y que tiene que ver con lo siguiente: el problema va más allá de la escases del agua; se me ocurre entonces, llamar agua a un listado de cosas que impiden que la Guajira sea el paraíso que merece ser: la corrupción histórica, la explotación (exagerada) de nuestro suelo, la indiferencia ciudadana, la discriminación sociocultural, el egoísmo y la desesperanza aprendida.

En este sentido, la sequía no se soluciona (exclusivamente) con las donaciones de agua que en todo el país se están recolectando, no quiero decir que eso esté mal, al contrario todo lo que sume al bienestar de las comunidades es bienvenido; lo que debemos reflexionar es que estas buenas obras se convierten en placebos que a la final son dañinos y además sirven de distractores que no aportan a las soluciones de problemáticas arraigadas en nuestro territorio.

Sin agua, sin transparencia, sin igualdad, sin inclusión no hay ni habrá paraíso y menos un pequeño diseño de un nuevo edén. En la Guajira, debemos superar varias sequías para comenzar a darle la bienvenida a las nuevas formas de gestionar, crear, administrar y construir sociedad.

Pareceré una optimista (patológica) y hasta fastidiosa, pero repito que la revolución que le falta a la Guajira es la del amor, la igualdad y sacudirnos de nuestras zonas de confort que tanto daño le hacen al desarrollo.

Sin agua no hay paraíso, pero ¿qué es el agua? El agua es el detonante de muchas sequias padecidas, las brechas sociales que impiden percibirnos como humanos iguales, por ejemplo: unos sin una gota de agua y muriendo literalmente de sed y otros que no ahorran agua porque la abundancia les impide ver la realidad, así es la Guajira un escenario de desigualdades que día a día cobran vidas y mutilan opciones de evolución social.


Las nuevas generaciones merecen una bonanza de igualdad y equidad, de humanización, para ello requerimos reinventarnos desde la alianza entre úteros tejedores de paz y testosteronas sensibilizadas, es la hora, de trascender del estadio de crisis hacia el de co-construcción social; pero lamentablemente seguimos buscando y esperando soluciones mágicas de afuera cuando ninguna transformación comienza de fuera hacia adentro, sino en sentido contrario de adentro hacia afuera. ¿Qué esperamos para lograr el paraíso – “apasionadamente siempre perfectible”?

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