La Negrita Rodríguez mujer emprendedora: templanza y sabiduría

19/11/15 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!


Por: Fabrina Acosta Contreras. Luisa Leonor Rodríguez Bolaños (la negrita), es la protagonista de esta historia que inspirará a muchas personas; es el ejemplo claro de mujer guajira: valiente, amorosa, perseverante y emprendedora; es la madre, hija, abuela, hermana, tía, esposa y amiga; su ojos brillan de alegría cuando habla de sus 5 hijos Albelio José, Anelsy, Riderlis, Nazly y Jhony; sus 12 nietos y 1 bisnieto; es clara en afirmar que el mejor regalo que Dios le ha dado es el ejemplo de su madre de quien aprendió a enfrentar la vida. Sus hermanos son: Alvaro, Rosa Francisca (la Kika), Ugalbis, Jose, Luis Angel, Ivan, María, luz Marina a quienes ama profundamente y de quien exalta el liderazgo de Alvaro como hermano mayor y de la Kika como su eterna cómplice.

La negrita es una mujer espontánea, de sonrisa sonora y de palabras contundentes, tiene infinitas anécdotas que argumentan su forma de ver la vida; es fácil percibir en ella, la seguridad que impregna a sus decisiones y la confianza que tiene en el logro de sus propósitos.

Mi ejemplo de vida, mi mayor herencia

La negrita suspira y regala una sutil sonrisa, cuando afirma que su mejor ejemplo de vida es su madre (la matrona Julia Bolaños), quien le enseñó a ella y sus hermanos a ser unidos, afirmando que el problema o la alegría de uno es también del otro, y así han logrado surgir en la vida, con unión, amor y hermandad.

“Mi madre nos aconsejaba siempre, ella trabajaba mucho pero nunca descuidó nuestra crianza, heredarnos valores y hacernos personas de bien; la prueba es ver a todos mis hermanos siendo destacados y con la mejor herencia: la educación, doy gracias a Dios por la madre que me dio ejemplo de templanza y sabiduría”


Continua diciendo: “Mi segunda madre fue la Kika, yo todo lo hacía con ella, desde llevar a mis hijos al médico, si ella no podía acompañarme yo lloraba y no iba, así de estrecha fue y es mi relación con ella, con todos mis hermanos vivimos en un solo amor, aunque habitemos en diferentes ciudades siempre estamos pendientes uno del otro”

Sus hermanos: Ugalbis, Rosa Francisca "La kika", Alvaro Enrique "Camarón", Juliana (Madre), Luisa Leonor "La negrita", Ivan "Cheto", Luis Angel y Jose.    


Su vida en Villanueva

La negrita, es natal de la tierra de cuna de acordeones, Villanueva; y afirma que como buena villanuevera es zuletista, que en su juventud deleitaba esas parrandas familiares donde sonaba un buen vallenato; aunque actualmente le baila y canta a Dios, con la alegría de una mujer caribe, es decir, ahora goza parrandas de fe.

Recuerda su crianza en la casa de Buenaventura Acosta y Luisa Bolaños, en pleno corazón del barrio San Luis, y su voz tiembla como en una fusión de nostalgia y alegría cuando refiere que recuerda los consejos que ellos le daban; como aquellos aprendizajes que no tienen  caducidad.

También refiere las caminatas en el rio, lugar donde conoció a su único y gran amor, por ello llegó a ser su esposo y el padre de sus hijos; dice que su infancia fue feliz porque siempre estuvo en familia y tenía contacto con la naturaleza, con la música, el amor de cada persona del pueblo, era una vida muy bonita; refiere que recuerda los días en los que subía a la sierra a la finca de su padre, eso era muy especial para ella, porque encontraba todo a la mano; se cultivaban muchos alimentos y sentía mucha paz, por eso se quedaba hasta 6 meses gozando de esa vida al natural.

De Enfermera a Empresaria

La Negrita fue enfermera por 10 años, de los cuales, 2 ejerció en Villanueva y 8 en Valledupar; y en aquel tiempo ya comenzaba a lanzarse como empresaria; pues comenta que hacía algunas arepas y Luisa Bolaños se las ayudaba a vender en el mercado en su tradicional puesto de venta de arepas; ahí comenzó a familiarizarse con el negocio, luego de dejar su empleo como enfermera; refiere que vio en el negocio de las arepas una opción de vida, pues como bien afirma: “De la dificultad debe salir una oportunidad”; y así es como hace 40 años está en ese negocio, aquel que comenzó por las arepas y hoy está convertido en el reconocido restaurante Doña Julia.

De Villanueva para Riohacha

Cuando su hija mayor entró a la universidad, decidió trasladarse a Riohacha; y es ese el comienzo de una historia de emprendimiento liderada por una mujer que no se le arruga a nada y que asume la vida con la imponencia de la ceiba de Villanueva; se ubicó frente a la antigua sede de la Universidad de la Guajira y comenzó vendiendo arepas en la mañana, un día le dijo a sus hijos que haría una una bolsa de harina y que si se vendían las seguiría haciendo, se vendieron todas y con tan buenos resultados que los clientes le decían que hiciera también las arepas por la tarde no solamente en la mañana; poco a poco fue ganando reconocimiento y se posicionó de tal manera, que logró ser por 2 años la administradora del casino del Sena industrial, mientras en su puesto de venta de desayunos lograba vender más de 400 desayunos en las excursiones que llegaban a Riohacha.

Como resultado de los 40 años en el negocio de la venta de arepas y 23 de ellos viviendo en Riohacha, el negocio logró diversificación y en la actualidad se convirtió en el restaurante “Doña Julia” ubicado en la transitada avenida de los estudiantes en Riohacha, en el cual, se ofrecen desayunos y almuerzos con el buen sabor de la comida criolla, sana y hecha con amor.


Para ello, cuenta con un gran equipo de trabajo y hace dos años lo heredó su hija mayor y ella tiene otro negocio, el cual, también es reconocido por la calidad en sabor e ingredientes de las arepas al mejor estilo de la Negrita Rodríguez, una mujer que inspira a las nuevas generaciones de mujeres a ser pujantes y  nunca cesantes. 

El Profesor

18/11/15 0 comentarios ¡Deja tu comentario aquí!

Calixto Ochoa y su hijo Rolando Ochoa

Por: Raymon Guillermo Sales Contreras. “…Tanto por tanto son tanto sin más tanto me dan tanto y si aquí le agrego tanto ya son tanto para tanto pero entonces menos tanto quedan tanto y mientras tanto mientras yo le digo cuanto dígame usted profesor…”. Calixto Ochoa.

Murió unos de los legados más grandes en la idiosincrasia folclórica y cultural que hombre alguno se atrevió a construir y desafiar en el costumbrismo cotidiano y humilde de un campesino de Valencia de Jesús que con decoro inmortalizó la música vallenata con un estilo propio y sin competencia alguna que su propia creatividad y estilo único.

Se fue el maestro, el profesor, el niño inteligente, el corralero mayor, el amigo; queda un compendio de infinitas canciones que en sus versiones originales marcaron un hito en la plataforma en la que se edifica el pódium de los grandes entre los grandes, el maestro Calo como popular y caroñosamente le decían.

Un juglar como Calixto Ocho, demuestra que se puede mantener un inventario de obras llenas de magia, colorido natural, imaginación y mucha picardía como elementos sanos que hacen agradable al oído y al público, canciones que por su contenido quedan grabadas en la memoria y en el corazón de los provincianos como él; para la muestra Remanga, Playas Marinas, Reina del Espacio, Diana, La Plata, Marily, entre otras.

De las ultimas noticias que escuche del maestro diferente a su estado de salud, esta una en la que manifestaba que quería pasar los últimos días de su existencia terrenal en su natal Valencia de Jesús; no se cumplió su última voluntad porque estos municipios no cuentan con una infraestructura que asegure los servicios médicos y hospitalarios para atender una urgencia en caso de complicaciones en pacientes como el rey de los sabanales, con esto ratificó la humildad y el amor por sus ancestros familiares y su inmortalizado pueblo que en sus obras quedara marcado como en la canción el padre pachito y el cantor de valencia.

Llego a la diestra celestial de Dios el único africano nacido en Colombia y que con su idiosincrasia y creatividad picaresca le dio vida a una canción que rompió en su momento todos los paradigmas creados entre la música tropical y la guaracha, dándole un toque especial en la percusión de la caja y el marcado de un cencerro que marca las notas inconfundibles de un hombre que nació para enamorar con sus canciones y protestar con sus convicciones; gracias maestro Calo, Paz en su Tumba.

Con el cariño y el respeto de siempre.

Raymon Guillermo Sales Contreras

Columnista Villanueva mi@.

El pechichón de villanueva

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«No hay velorio al no que llegue, no hay muerto que no llore y no hay fiesta que no se pierda, es El Mono Bolaños, el pechichón de los villanueveros».

Ese es Hernando José Oñate Acosta, un hombre de 29 años de edad, pero por su condición es comparado con un adolescente.

Su carisma, su comportamiento, su don de gente, su simpatía, su alegría y su sencillez hacen que sea la persona más querida de la población de Santo Tómas de Villanueva.

Cuando fallece una persona enseguida se da por enterado, escoge uno de los tantos vestidos y se va para el velorio. Apenas llega le pregunta al familiar, quién es el fallecido "murió mamá o murió papá", y enseguida empieza a  llorar. Regresa al velorio dos y tres veces al día, siempre con distinta ropa, perfumado y engafado.

Sus familiares y vecinos lo tildan de callejero, lo salen a buscar y siempre lo encuentran donde hay fiesta. También dicen que es muy enamorador, tiene buen gusto para pretender, le apasionan las mujeres bonitas.

Es colaborador y participa de todas las actividades que se realizan en el municipio. En las pasadas elecciones se ganó un espacio importante en la campaña de Alberto 'Beto' Baquero, el alcalde electo y se cree que será correspondido.


Todavía en Villanueva recuerdan su último cumpleaños que duró cerca de una semana; con mariachis, papayera y hasta conjunto vallenato.

Tomado de El Informador (Santa Marta)

Se nos Fue “EL TOCAYO”

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Hernán Baquero Bracho. El viernes 06 de Noviembre fue una fecha triste y melancólica no solo para la familia Negrete Zuleta, sino para la comunidad villanuevera, ese día al momento de ir almorzar Paulo Antonio Negrete Barreto, conocido cariñosamente como “El Tocayo” sufrió un paro respiratorio que acabó con su vida  en un santiamén, cual no sería la sorpresa de su hijo y sus hijas Eder Negrete Zuleta, reconocido periodista y comunicador social con quien su padre vivía desde hace muchas décadas, al quedar “El Tocayo” viudo y siempre contó con el apoyo incondicional de este buen hijo que se sentía orgulloso de su padre y lo expresaba a todo pulmón al pueblo villanuevero. Contaba con alegría las cuitas de su padre y lo que representó en vida este patriarca, quien dejó de existir a los 85 años de edad.

¿Pero quién era “El Tocayo”? fue el peluquero y barbero demás de cinco generaciones villanueveras. El toca como le decíamos de manera cariñosa fue nuestro peluquero de muchos años. Un hombre alegre y bondadoso. Jugador y mamador de gallo y especialmente amigo incondicional de quienes fueron sus amigos y compadres. Compadres de la talla de mi padre, de “Beto” Daza Mojica, Alberto Amaya Ramírez y pare de contar no solo de sus compadres sino de sus amistades y de la pelaera quienes fuimos sus clientes en tantos años, especialmente en la década de los 70, donde funciona hoy la empresa aguas del sur, allí en una casita de barro y de palma funcionó por muchos años su peluquería y tenía una costumbre de jugarse con sus amigos lo que llamaban “El Quieto” y cuando lo cogían infragante y estaba en plena faena motilando, más de uno quedaba trasquilao. Anécdotas de este personaje tan querido por el pueblo villanuevero que comprendía en esas calendas el Villanueva grande existen muchas y contarlas daría para más de diez cuartillas y que de seguro engalanaría a los lectores de la tierra cuna de acordeones.

“El Tocayo” que era su nombre de pila, porque su nombre de ciudadano escasamente lo conocían sus familiares y allegados, fue también compadre ejemplar, que se sentía orgulloso de sus hijos y que por la vena de los Negrete y los Zuleta dio unos estandarte que han sido figuras en folclor vallenato: Jairo quien por muchos años fue uno de los coristas estrellas de los hermanos Zuleta,  quienes son sus primos; Oscar quien ha grabado varias producciones musicales, hoy con el maestro Turco Gil, hace parte como instructor de esta gran academia y en la novela de Diomedes Díaz, representó nada más y nada menos que al “Viejo” Emiliano cuando Diomedes lo conoció, estando viviendo en Villanueva, Wilfran también músico, Augusto experto en sonido y Eder, reconocido  periodista villanuevero, ex miembro del consejo directivo de la fundación cuna de acordeones y fundador propietario de la revista “La Viranga” de corte netamente folclórica y cultural. Además el padre de Jennys quien reside en Estados Unidos y por ello su sepelio se llevó a cabo el domingo 8 de Noviembre en la iglesia Santo Tomás de Villanueva.


Además crio como a su hija a Beatriz de Dangond, quien con lágrimas en los ojos y tanta tristeza la embargaba el día de su muerte, ya que se arremolinaron  miles de recuerdos de lo que representó para ella su papá “El Tocayo” y es cuando la nostalgia aflora y las quimeras de amor se vuelven incontrolables y las lágrimas corren por sus mejillas de una madre buena, de una hija abnegada. No solo fue ella fueron sus hijos que orgullosos despidieron a su padre y no controlaron sus sollozos ante la partida de su padre sino que más bien afloraron de una manera natural pero también agradecidos de que Dios se los haya prestado por tanto tiempo y ahí estuvo el pueblo villanuevero en masa, dándole el ultimo adiós con victores y cantos y expresiones de cariño  como la de mi profesor de primaria José Lucas Daza Peña, la del periodista Edinson de la Hoz Vizcaíno, entre tantos personajes que le dieron el ultimo adiós al último barbero de Villanueva en la mítica Tarima Escolástico Romero.  Adiós “Toca”, adiós a mi gran peluquero de mi juventud. Ahora descansa en paz y recibe una morada celestial que te la ganaste con tus buenas acciones y tu amor a Villanueva.

Luís Andrés, "Adeodatus".

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Andy Alexander Ibarra Ustariz (@andyIU). El periodista Juan Gossain, en sus tiempos de líder radial en RCN, solía decir que Bogotá es la ciudad de todos, incluso, de los Colombianos que no la conocen ni la visitarán. Su justificación no tenía una connotación política por ser la capital del país, era una razón más elemental: todos tenemos un familiar viviendo en Bogotá.

Me tocó vivir durante los años de estudios profesionales en una de las tantas embajadas familiares en Bogotá: la embajada de la familia Colmenares Escobar. En medio de aquel claro  sacrificio de la intimidad de los cuatro miembros del núcleo familiar (Luis Alonso, Oneida, Luis Andrés y Jorge Luis) varios familiares fuimos acogidos con la calidez que se necesita en aquellas gélidas tierras y esa pequeña adopción temporal ha sido vital para aprender a expresar uno de los más genuinos sentimientos del ser humano: la gratitud.

Han pasado cinco años de la muerte de Luís Andrés, ese ser humano que no dudo en calificar como un “regalo de Dios”, nuestro propio Adeodato (“Adeodatus”), tal y como San Agustín bautizó a su hijo y de quien Luís algún día me hablara con mucho fervor dados sus  valores agustinos cultivados en el Liceo Cervantes.

Con Luis Alonso a la cabeza el hogar Colmenares Escobar, y de nosotros sus “hijos adoptivos”, tuvo un ambiente académico, a falta de jardín la fragancia natural era el olor de los libros, era una vivienda donde reinaba el rigor intelectual; a ello se sumó la tibieza humana y el afecto de Oneida quien como madre universal estaba siempre presta a resolver nuestras quebrantos de salud. Estos son recuerdos que siguen imperecederos de aquella maravillosa época, pues las costumbres y tradiciones guajiras siempre estaban presentes como elixir para sobrellevar la distancia.

La deliciosa sopa costeña y el guarapo de panela con hielo –no el guarapo caliente que le gusta a los interioranos- eran invitados de honor los fines de semana, en torno a la lectura y a la música vallenata trascurrían gran parte de nuestro esparcimiento. Luis Alonso en aquellos tiempos era un melómano que disfrutaba coleccionar música de todo tipo -con preferencia de la música vallenata- pero la fatalidad de la muerte de su retoño le arrebató ese placer de su existencia; vivir entre las notas de acordeón hizo que nuestro folclor maravilloso sea parte del propio ADN de Luis Andrés y Jorge Luís, aun cuando nacieron en Bogotá.  

Esa influencia costeña tuvo otras dimensiones. Aunque Jorge Luís nació siendo un Juniorista fiel, con Luís Andrés nos tocó una ardua tarea para lograr su conversión de hincha de Millonarios a hincha de Junior, naturalmente su entorno escolar lo condenaba a ser hincha de algún equipo capitalino y cuando íbamos al estadio los reveces tiburones en El Campín hacía más difícil ese propósito. Ese cambio futbolero era casi que un reto personal que teníamos todos, terminó siendo un reto colectivo de la familia con frutos satisfactorios porque al menos en su corta vida celebró con nosotros los títulos de Diciembre de 2004 y el de Junio de 2010. De lo contario, no hubiese celebrado nunca porque Millonarios desde 1988 sólo ganó un título en el año 2012, mucho después de aquel amargo octubre de 2010 cuando le cegaron la vida.


No alcanza el espacio para hablar de Luís Andrés. Sólo ahora que también soy padre vengo a entender todas las expectativas  frustradas de Luis Alonso y Oneida, nuestro deseo es que los hijos nos superen en la vida, que sean más exitosos de forma honrada. Mutilaron esa esperanza que era latente por razón de su meritoria vida estudiantil; el dolor sigue latente y la justicia camina a pasos de elefante.

 
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